UNA SABANA BLANCA
Una angustia
profunda y lenta
un helado
agudo sentimiento
de pobreza y soledad muy ancha
yo, mi alma y un atónito ángel de la guarda
mirando que me voy a acostar
sin persignarme.
Ni las estrellas ni yo
nos movemos con el viento de ventiladores
ni los grillos se van
ni al gato le importa
y las flores se duermen
y me tiemblan los dedos.
La cruz de madera
(donde pendía mi cuerpo flaco)
se me extravió...
he estado perdiendo cosas
la maldita almohada no contesta
mis preguntas
porque está cansada
porque es de noche
me arropo hasta la cabeza
y sin sentarme digo muy despacito:
ángel de la guarda
dulce compañía
no me desampares
ni de noche
ni de día
amén
y no me duermo.
1 Comments:
Entonces, habrá que rezarle a lo que realmente te haga dormir. A un ángel eficiente y diligente, por ejemplo. O cuenta, si te ves obligado a usar la última alternativa, como los niños niños o los niños que adultos son, cochinitos o corderitos.
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