El perro de las 48 tortas

Wednesday, December 27, 2006

Con su suerte de sal

el oceano arrodillado

se tarda mares cotidianos



Nos decían nó con voz de piedra

y nó escuchamos

que tuvo noche el día que adornaste

y amanecía el sol con mucha fuerza



Resulta

que el mar es ordinario

que es un desorden el cielo

y mis estrellas

me voy, te vas



Hermosa

más grande de lo que imagino

y preciosa

más que un ángel

a la que contemplo absorto

a la que no escucho

diciendome no



Jovencita reloj

camina

presiento que viene

el tiempo mejor



Mi abuelo me contó que el mar

fue hecho

por los niños que lloraban

sus lágrimas limpias al nacer,

todas las demás

se secaban con pañuelos



Y que las estrellas

son para el que las quiera,

que son de uno

aunque en el día no se vean,

que son de uno, me dijo,

pero eso hay que quererlo mucho



Hermosa

se pone de pié

muy bien vestido el corazón

al verte llegar



Esto no, sino

otra cosa

acaso

la parte más baja

del mar

no sé



Me mantengo alerta

mis hormigas verdes

me acarrean sueños



Este mi corazón con su paso apurado

y antes que yo pueda hacerlo

él ya con su latir llama en tu puerta



Y veo con lo que queda

sólo el olvido inmóvil

que derramaste para irte

las oscuridad en blanco

que esparciste en todas partes

despidiéndote



De la isla tumbar elevaciones

para ensanchar

auto-ocuparse y ya cada quién



Huelo sólo al revez

(los dos pulmones que tengo)

lo único que ha quedado

y más profundo

más solo



Un poco las manos me delatan

que ni el viento ni el mar

vendrán mis cosas a decirte

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